miércoles, 15 de octubre de 2008

Sebastián Alaniz
14 de Octubre de 2008


“La Lógica”



Un concepto raro o al menos poco aplicable en el deporte. La lógica permite hacer pronósticos fundamentados y adelantar resultados y posiciones. Romper la lógica significa quebrar esquemas, quedar en la historia y remecer los entornos de cada disciplina, no importa cuál sea dicho entorno, ni cuántos seguidores tenga.

Pasó con “Las Diablitas”, que derrotaron a una selección argentina que no perdía en 20 años. Está pasando con Fernando Alonso en la Fórmula 1, que sin estar en una de las escuderías grandes y supuestamente sin un auto capaz de pelear el campeonato, ya lleva 2 victorias al hilo. Pasa con Ovalle en la Copa Chile, que dejó en el camino a Coquimbo y a La Serena. Son casos que rompen la lógica y en un primer momento son inesperados, pero una vez ocurridos no son demasiado sorpresivos, dados los antecedentes previos. Alonso es uno de los grandes y ya ha ganado el título de pilotos de la máxima categoría. Coquimbo y La Serena no juegan con plantel estelar los encuentros de mediados de semana. Y “Las Diablitas” no son producto de la casualidad, sino de un trabajo bien planificado y que tiene como modelo precisamente a “Las Leonas argentinas”.

Y en el básquetbol estamos acostumbrados a que la lógica se rompa, aunque también siempre podemos encontrar antecedentes para ello. La semana pasada ocurrió con la Universidad de Concepción, puntero y ganador del súper 4, que fue a caer con el que hasta entonces era el colista absoluto, Español de Talca. Y también pasó con la selección universitaria de la UC, que con 5 jugadores Dimayor en su plantilla cayó frente a un plantel que prácticamente en su totalidad es amateur, el equipo de la Universidad Católica de Valparaíso, en la final del nacional universitario.

Esos dos resultados, contrarios a cualquier pronóstico “oficial”, tienen también su explicación. Español cambió extranjeros y tomó un segundo aire que le permitió 3 victorias en línea. Luego de vencer a Osorno y Valdivia, el quijote venía en racha y con la moral en alto para enfrentar a los penquistas, que habían además caído dolorosamente como locales frente a los Toros. Coincidieron estos dos momentos de estos dos planteles en la cancha y el resultado fue el que conocemos.

En el caso de la final universitaria se vivió con una dinámica distinta y con un argumento también diferente. El físico pareció ser determinante para un Felipe Contreras o un Christian Díaz, que estuvieron jugando toda la semana sin descanso, por haber jugado el fin de semana anterior dos partidos por Dimayor. Además está el factor concentración, que se notó en varios jugadores cruzados, ya que esa misma noche jugaban en Concepción por los puntos y varios de los hombres de Ureta “se fueron” del gimnasio de la USACH incluso antes de que comenzara el pleito. Del otro lado se encontraron con un equipo parejo, disciplinado, con una generosa y rendidora rotación de hombres, por lo que el duelo, que en el papel era para los santiaguinos, se volcó hacia los porteños. Incluso, haciendo un mal partido la UC, por la calidad y experiencia de su plantel, estuvo a poco de emparejar las acciones al finalizar el encuentro.

Es lo bonito de este deporte y del deporte en general. Poder argumentar correctamente sobre los pronósticos, para que de vez en cuando y de cuando en vez, se rompa de nuevo la lógica, se reciban sorpresas y se escriban páginas de historia, sin que eso amague nuestras ganas de seguir “apostando” por quién va a ganar el próximo fin de semana.

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